
Llegado el Segundo Trono, el conflicto resurgió, trayendo una guerra que asoló todo el continente. El cielo se derrumbó y la tierra se resquebrajó, un pedazo de esta precipitándose a las más oscuras profundidades, más allá de los océanos.
Este pedazo de tierra comenzó a estar habitado por humanos, los cuales, de repente, se vieron desprovistos de todo lo que tenían, pues ya no había un cielo del que lloviesen alimentos, un sol que los iluminase ni los cielos podían escuchar ya sus desesperadas plegarias.
Cuando intentaron encontrar una manera de volver a la superficie, se encontraron con que los dioses los habían encerrado allí abajo y ya no había forma de subir.

A su alrededor todo era oscuridad, por eso, llamaron al lugar al que cayeron «Tierra Afótica», siendo este el primer nombre de lo que en el futuro sería conocido como Enkanomiya.

Etimológicamente, «afótica» proviene del griego photos, que significa luz. Si le añadimos el prefijo a, que significa negación o contrario a, obtenemos un nombre muy descriptivo para este lugar: «Tierra sin luz».
Sin el sol brillando sobre sus cabezas, el ecosistema de la tierra afótica se deterioró rápidamente; las plantas dejaron de crecer y el ganado murió tras dos generaciones, dejando a los humanos sin apenas recursos con los que sobrevivir.
Además, en las profundidades, había algo más aparte de la oscuridad eterna y las corrientes de energía tan particulares; los humanos debían compartir su espacio con unas criaturas a las que llamaron dragones de las profundidades, a las cuales no les hacía ninguna gracia que hubiesen llegado invasores de la superficie.

Un violento conflicto estalló entre los dragones y los humanos, uno para el que estos últimos no estaban preparados en absoluto, ya que los dragones estaban más que acostumbrados a la oscuridad, desenvolviéndose perfectamente en ella.
Los humanos solamente poseían burdas antorchas con las que defenderse, pues enseguida descubrieron la debilidad de sus oponentes; la luz.
Pese a todo, los humanos sobrevivieron. Quizá fue por lo persistentes que son como especie, o quizá porque no estaban del todo solos…